FIDELIDAD DEL P. ALBA.

Hace algunos años, un gran obispo, que aún vive, me decía que el P. Alba podía ser más santo que el Santo Cura de Ars. La frase en su contexto creo que significaba que el P. Alba era una gran personalidad. Y, ciertamente lo era, como lo fue el P. Rodrigo Molina, fundador de Lumen Dei, recientemente fallecido. ¡Qué hombres! ¡Católicos recios!
El P. Alba me era muy entrañable, pues me trataba con una bondad muy excesiva. Le recuerdo como un gran jesuita, con todo lo que ello significa. Pues, el fundador de los jesuitas, San Ignacio, brilla de modo especial por su catolicidad. Por lo cual, el atrevido Papini dice que San Ignacio es el más católico de todos los santos. San Ignacio es también el doctor de la obediencia, e infundió en su Compañía su grandísimo amor a la Iglesia y al Santo Padre. Llegando un Papa a afirmar que la Compañía había sido el brazo derecho del Pontificado. El mayor título de gloria del P. Alba estriba en ser fiel y devoto hijo de la Iglesia Católica.
El P. Alba, en sintonía con su jesuitismo, fue un gran hombre de fe, un gran defensor de la causa católica, un alma de apóstol. En momentos especiales de la historia de la Iglesia Católica en España, tuvo que intervenir, y lo hizo al unísono con muchos grandes católicos. Pero ante todo, interesa cuál fue la causa de su intervención. La cual fue que la fidelidad a su conciencia y a su fe católica así se lo pedían. Es decir, que la clave de su actuación se reduce a una sola palabra: catolicidad.
Su fina sensibilidad católica se aprecia también en sus criterios formativos. El P. Alba admiraba el tomismo de los Obispos Torras y Bages y José Guerra Campos. Amigo personal de los eminentes catedráticos tomistas Francisco Canals Vidal, Eudaldo Forment, Juan Roig Gironella,... buscó para la formación de los suyos la filosofía más pura, la de Santo Tomás. Buscó como formadores a los hombres de fe más pura: P. Francisco de Paula Solá S. J., P. Juan Roig Gironella S. J., P. Solé Romá CMF y, nótese que estos tres grandes intelectuales habrían sido tres grandes obispos,... En esta tradición intelectual han bebido los Misioneros de Cristo Rey.
El P. Alba estaba sincera, verdadera y realmente muy unido al gran gigante del episcopado español, al gran defensor de la fe católica, fidelísimo, santo y sabio Padre conciliar D. José Guerra Campos. ¡Sintonizaban! El entusiasta del Concilio Vaticano II, P. José Mª Solé Romá CMF me había dicho: El P. Alba y D. José Guerra Campos son una misma cosa.
El P. Alba era cofundador de la Asociación de Sacerdotes y Religiosos de San Antonio Mª Claret. En la Asociación se eligió al P. José Mª Solé Romá por director espiritual, no podían haber encontrado a un hombre de fe más pura ni de vida más santa.
El P. Alba también fue cofundador de la Hermandad Sacerdotal Española. El libro clave sobre la misma, fue la documentada obra de D. Luis Madrid "Historia de un gran amor a la Iglesia". El P. Solé Romá me manifestó estar conforme con esta obra, apología de la Hermandad.
En fin, el gran intelectual y gran jesuita P. Alba, que estaba en contacto con el rebosar de la pura efervescencia de los grandes cerebros católicos españoles, tenía que ser incomprendido porque tenía demasiada luz.
En conclusión: A la vida del P. Alba, si se la ve sin prejuicios, historiadores de todos los siglos y de todas las creencias, por sentido común, le darían el calificativo de GRANDE. Fue una gran personalidad, coherente, y fiel a su conciencia y a sus creencias, creencias católicas. Fue alcanzado por Cristo, prendado de Cristo, y, en consecuencia, como S. Pablo, lanzado con ímpetu a la consecución del gran ideal católico. En suma, vivió y murió como hijo de la Iglesia. ¡GRAN hijo de la Iglesia! Esta fue su fisonomía, y sólo ésta es la clave REAL que hace inteligible su vida y los bellos frutos que produjo.

JOSÉ Mª MONTIU DE NUIX.