RECUERDOS IMBORRABLES

Conocí al Padre Alba en Tortosa, en una procesión en tiempo de cuaresma, en la que tocaba la Banda de Música de la Unión Seglar. Fui a Tortosa con dos primos y mi hermano. Después de la Procesión, nos saludó el P. Alba, y al cabo de un rato oí que estaba intentando convencer a mi hermano para que fuera de Ejercicios Espirituales a Vilafranca, ya que estaba próxima la Semana Santa. Luego pensé que el Padre Alba intentaría convencerme a mí, por lo que me aparté de donde estaba él, para que no intentara convencerme a mi también. Yo no sabía lo que eran los Ejercicios Espirituales, ya que nunca los había practicado. Y ahora doy muchas gracias a Dios por haber tenido al Padre Alba como director de Ejercicios Espirituales en los últimos años que he asistido.

 Fue en Ejercicios Espirituales donde tenía el trato más íntimo con el Padre Alba; siempre esperaba el día que me había propuesto para hablar con al Padre Alba; ese día le exponía todas mis dudas espirituales y también temporales. Sus consejos quedaban grabados en mi corazón como si me los hubiera dado mi padre mismo.

También ha sido en la Unión Seglar y, especialmente del Padre Alba, donde he aprendido a querer a los mártires de la cruzada de España de 1936. En el Rosario que rezábamos en los jardines de la Residencia de la Beata Madre Ráfols (Vilafranca del Penedés), llegábamos a un lugar desde donde se divisaba la población de Moja. El Padre Alba siempre recordaba que allí, en ese pueblo, había muerto mártir un tío mío, que en aquel tiempo era seminarista. Nos lo recordaba a todos para que siguiéramos el ejemplo de ese gran amor a Dios y a España que demostraron todos los mártires de la persecución religiosa de los años 193639.

Quiero dar gracias a Dios públicamente, por los consejos y ejemplos que recibí del P. Alba. Algunos recuerdos imborrables como su presencia en el día de mi boda; dos de mis hijos han sido bautizados y recibido la sagrada comunión de sus manos. Su gran amor al Santísimo Sacramento, nos lo ha transmitido a todos, especialmente en la Adoración Nocturna del Tibidabo, donde siempre nos daba ánimos para que nunca dejáramos nuestro compromiso mensual con Jesús Sacramentado. Su gran amor a la Santísima Virgen María lo recibía a través de sus homilías en las procesiones dedicadas a la Virgen, en mayo y en diciembre en el Carmelo. Especialmente recuerdo los días 18 de cada mes, en la hora santa que los garabandalistas tenemos en el Tibidabo. Nunca olvidaré las meditaciones que nos daba el Padre Alba sobre la Virgen María.

Jordi Casas