LA NECESIDAD DE EXPULSAR A LA ACTUAL CLASE POLÍTICA

 

Ud. sostiene que existe una degeneración de la democracia en la Unión Europea y en USA. ¿En todas partes un pueblo sano da lugar a una política enferma?R. No me haga decir lo que no digo. Una política corrupta y falsa más unos medios de masas corruptos y manipuladores, terminan por enfermar a la sociedad. Aquí y fuera. Aunque yo creo que aquí más que en otros países. En Francia o Alemania no tienen unos políticos que alienten y financien los separatismos; no tienen unos políticos que no solo toleren una colonia en su suelo, sino que la engrandezcan y presenten al colonizador como amigo y aliado; son, en general, menos corruptos, aunque también: Sus oligarquías todavía tienen algún patriotismo, aunque sea en gran parte falso; y hay otras diferencias, aunque todas esas oligarquías coincidan en la ideología de género, el abortismo, el multiculturalismo, que quiere decir desplazamiento del cristianismo, en la islamofilia y la inmigración incontrolada... También coinciden en la dependencia de USA, aunque eso en ellos está más justificado. Como he dicho, deben su democracia al ejército useño y su prosperidad o el origen de ella al Plan Marshall. Es una deuda gigantesca que implica un grado muy considerable de sujeción a los intereses de USA, cosa que a nosotros no nos incumbe. Pero nuestros políticos se comportan como si España lo debiera todo a USA y a la UE... Es increíble.  En “Una hora con la Historia” vengo insistiendo en ello.

En Los mitos del franquismo usted mantiene que el franquismo dejó un pueblo sano. Por tanto, la clase política del franquismo, que según usted hizo la democracia, traicionó de algún modo al pueblo.

R. Vamos a ser serios. El franquismo dejó un país próspero, que se había reconstruido con sus propias fuerzas. Y un país en que los odios de la república estaban olvidados y superados para la inmensa mayoría, salvo algunos reductos de comunistas y terroristas. La democracia no podía venir de la oposición al franquismo, como he explicado en el libro que usted menciona, sino del propio franquismo, y es asombroso que mucha gente haya sido confundida por la retórica antifranquista. Entonces, gracias a unas libertades a quienes no les debían nada, separatistas, socialistas y otros volvieron a la carga y utilizaron las facilidades de la democracia, vamos, parasitaron la democracia, para volver a las viejas retóricas, a los viejos odios y denigrar al régimen anterior. Se diría que antifranquismo y democracia eran sinónimos cuando el franquismo no tuvo necesidad de perseguir a los demócratas, los poquísimos que había, bastantes de ellos harto frívolos también. Y la clase política salida del franquismo, vamos, la clase frívola, aceptó aquella estúpida identificación de antifranquismo y democracia. ¿Por qué fue posible? Porque el franquismo se quedó sin discurso ideológico después del Vaticano II. Y los que surgieron fueron chisgarabises tipo Suárez y muchos más, también Juan Carlos, que jugaron a congraciarse con la izquierda y los separatistas, aceptando aquella retórica falsaria. Hasta llegar a la ley de memoria histórica de Zapatero, una ley de corte totalitario y prochekista, que deslegitima a las derechas salidas del franquismo, a la transición salida del franquismo y a la monarquía salida del franquismo. La izquierda presenta a sus abuelitos como víctimas, falseando los hechos, pero la derecha es peor: escupe literalmente sobre las tumbas de sus abuelos, sobre los que salvaron al país en una crisis extrema. La degradación intelectual, moral  y política de la derecha ha llegado al punto de que Juan Carlos firmase la ley que le deslegitima y elogiase al majadero que la hizo, o que Aznar condenase el levantamiento del 18 de julio, absolutamente legítimo, contra un Frente Popular realmente criminal y salido de un fraude electoral desvergonzado. La izquierda jugó a falsificar el pasado y la derecha a olvidarlo, es decir, a privar a los españoles de su  historia, lo cual es mucho peor. ¿Se entienden las raíces de esta democracia fallida?

Por consiguiente, usted no deja resquicio a la esperanza para lo que usted y la extrema derecha desean. Eso animará a los demócratas.

R. Usted siempre está con el mismo discurso. Hoy, la política se ha degradado tanto que las palabras han perdido su sentido. ¿Qué significa democracia, centro, fascista, moderado, extrema derecha, europeísta, liberal...? Son términos que cada cual utiliza dándoles el sentido que le da la gana. Por eso, cuando los empleamos, es preciso explicar qué queremos decir con eso. Funcionan, ya digo, como palabras mágicas a gusto del consumidor. Pero el problema que usted plantea, si bien confUSAmente, es cierto y decisivo:  ¿qué puede hacerse en España con una clase política corrupta, intelectualmente vacua, moralmente perversa y políticamente hispanófoba? Hispanófoba porque, observe usted, toda ella es europeísta, un europeísmo beatamente admirador de una Europa de la que ignoran casi todo, y un desprecio implícito y equivalente hacia España, de la que no ignoran menos.  Sí, ese es el gran problema: una clase política creada en la transición y que no ha corregido los muchos y graves yerros con que se hizo, sino que los ha agravado. Por eso la tarea real es desplazar a esa clase política, que, desde luego, defenderá sus chiringuitos con uñas y dientes, y sustituirla por otra más patriota, más democrática, más ilustrada  y menos, mucho menos corrupta. Y por clase política entiendo los actuales cuatro partidos más los separatistas, que van juntos de un modo u otro.

Pues me temo que eso no llegará usted a verlo

R. Es posible, y es posible que lo vea, porque la historia suele dar giros bruscos e imprevisibles. Claro que esos giros pueden conducir a algo malo, como ya le dije. Por mi parte, trato, en la medida de mis fuerzas, de contrarrestar intelectualmente las tendencias actuales. Si usted se fija, verá que mis libros abordan problemas clave desde el punto de vista histórico. Por ejemplo, los separatismos. La decadencia cultural de España es de tal calibre que, siendo una amenaza crucial para España, no existía ningún estudio que abarcase a los separatismos vasco y catalán de conjunto y en relación con la evolución política de España desde la crisis del 98. No existía. En “Una historia chocante” y en “Los nacionalismos vasco y catalán en la guerra”, “el franquismo y la democracia”, he tratado de explicar los orígenes y evolución de ese problema, del que la gran mayoría de los políticos... e intelectuales, por cierto, tenían y siguen teniendo una ignorancia supina, más allá de cuatro tópicos sobados.

Otro ejemplo: en mi trilogía sobre la república y la guerra civil y en “Los mitos de la Guerra Civil”  creo haber dejado bien claro cómo se gestó aquel conflicto y cómo se desarrolló en varias etapas, primero la revolución del 34, luego el Frente Popular formado por los rebeldes de entonces, luego el fraude electoral de febrero del 36 y finalmente el curso de una guerra que fue también muy demostrativo de lo que estaba en juego. Porque estaba en juego nada menos que la supervivencia de España como nación, de la cultura cristiana, base de la occidental, de la propiedad privada y de una serie de valores básicos, más básicos que la democracia.

Que lo ha dejado claro lo dice usted, pero lo desmienten muchos otros

R Estamos en lo de siempre: cuando un tonto sigue una linde... Mire, le repito lo mismo: esos señores nunca me han desmentido, ni siguiera han discutido seriamente mis tesis. Yo sí les he rebatido, una y otra vez, a cada uno. No han aceptado el debate porque simplemente, no podían. Pero déjeme seguir: muchos dicen que ya está bien de hablar de la guerra, y yo digo: ya estaría bien si la cuestión estuviera clarificada. Y lo está desde el punto de vista intelectual, pero no desde el de la propaganda y los medios de masas, por lo que sigue envenenando la política española, por lo que sigue en la base de la quiebra de esta democracia. Por poner un caso simple: que las elecciones del Frente Popular fueron un fraude es algo que nadie puede seriamente discutir hoy. Y sin embargo ese fraude sigue siendo la raíz y la savia de los discursos de los políticos y partidos actuales, incluidos los de derecha, incluido un PP que se ha atrevido a condenar el 18 de julio. Si eso no cambia, la corrupción política, la corrupción de la actual clase política, una corrupción que es mucho más que económica, seguirá pudriendo a la sociedad.

Pío Moa